Amaxofobia: El miedo a conducir

Para muchas personas, no hay nada más emocionante en todo el mundo que aprender a conducir. Esto les brinda la posibilidad de pensar en las ventajas que tendrán cuando puedan colocar las manos sobre el volante de su propio automóvil y tengan la oportunidad de llegar a cualquier lugar al que se dirijan, de una manera rápida, cómoda y segura.

Pero existen excepciones. Mientras algunos disfrutan conduciendo como si fuese una de sus actividades favoritas, otros rehúyen a esta tarea; por diversos motivos, consideran que conducir es una actividad riesgosa, que les genera mucho estrés e incluso hay quienes ni siquiera soportan la idea de sentarse en el asiento del conductor, ya que cuando lo hacen, son invadidos por pensamientos negativos de todo tipo que limitan sus capacidades y habilidades frente al volante. A esta sensación de angustia se le conoce como amaxofobia, el miedo a conducir.

Amaxofobia

La amaxofobia, en su definición más simple y literal, no es más que la fobia a conducir. Se trata del miedo inexplicable, exagerado y desmedido a sentarse frente al volante de un automóvil, acción que podría estar motivada al temor que conlleva la posibilidad de protagonizar algún accidente en la carretera; en casos extremos, dependiendo del grado de estrés que pueda generarse, la amaxofobia podría considerarse como una agorafobia, ese miedo aún más exagerado que lleva al paciente a paralizarse por completo, sin saber qué hacer ni poder reaccionar de ninguna manera cuando es invadido por el miedo.

Ciudad de México es una de las ciudades con mayor tráfico del mundo por ello aquí se concentra un gran número de casos de personas que padecen amaxofobia. Esta fobia al vehículo se debe a diversas situaciones entre las que encontramos, por ejemplo, tráfico denso y atascos que producen actitudes derivadas, como reaccionar agresivamente tanto de forma verbal e, incluso, físicamente en contra de otros conductores, incitaciones y presiones derivadas como que otro conductor impaciente haga sonar la bocina y diversas acciones derivadas del tráfico y los vehículos.

Noticia: la senadora Ana Gabriela Guevara en febrero de 2016 cuando circulaba con su moto a unos kilómetros de Ciudad de México, la arrollaron con otro vehículo. La legisladora se levantó de su moto y al pedir explicaciones del incidente, entraron en discusión y derivo en una agresión contra ella. Ana tuvo que ser trasladada al hospital en ambulancia y operada horas más tarde debido a las fuertes contusiones de la agresión.

Estas situaciones pueden llegar a provocar en el conductor una desesperación produciéndoles estrés, ansiedad y en los casos más graves histeria y ataques de pánico que les lleva a pensar incluso en el riesgo de ser ellos mismos los causantes de un accidente, o de vivir alguna experiencia traumática. El conductor no quiere revivir esas experiencias negativas y por esta razón, con el tiempo el rechazo a conducir se hace más evidente y finalmente decide abstenerse a hacerlo por completo. Esta actitud de protección del conductor no le beneficia en su vida social y profesional, debido a que no se considera capaz de conducir hacia ningún destino, por lo que muchas veces hasta evitará salir de su casa si no existe alguna otra alternativa de transporte.

fobia a conducir vehículos

 

Síntomas de la amaxofobia

Los síntomas que presenta una persona que padece de amaxofobia se relacionan en su mayoría a aquellos que podrían presentarse en cualquier otra fobia, pudiendo ser clasificados en tres categorías: síntomas psicológicos, síntomas fisiológicos y síntomas conductuales.

En estas tres categorías se pueden encontrar síntomas dentro de los cuales no necesariamente deben manifestarse todos ellos para poder realizar un diagnóstico de la amaxofobia, pero sí, con la aparición de unos cuantos que se presenten en situaciones de tensión, específicamente cuando se está conduciendo, entonces la ansiedad generada daría pie a asegurar que sí se sufre de una fobia a conducir.

Síntomas psicológicos

Son aquellos que se aferran al pensamiento de manera negativa y llevan al paciente a asegurar que representa un riesgo para sí mismo y para los demás conductores cuando se encuentra al volante de un automóvil. Por lo general, su mente es invadida por pensamientos catastróficos, como por ejemplo, que podría causar un accidente mortal, razón por la cual no se siente capaz de conducir, para evitar que sus temores se hagan realidad.

Bajo este precepto, es común que se presenten situaciones de alto estrés, sentimientos de temor y episodios de pánico que incapaciten por completo al afectado, hasta el punto de hacerlo entrar en un estado de shock.

Síntomas fisiológicos

En situaciones de tensión, el organismo del paciente tiende a experimentar una serie de sensaciones que podrían incapacitarle por completo, como aumento de la frecuencia cardíaca debido a los nervios, dolor en el pecho o en alguna otra parte del cuerpo, temblores, mareos, sensación de pérdida del conocimiento, sudoración excesiva, sofocación y falta de aliento.

Síntomas conductuales

Mientras el conductor se encuentre en una situación de estrés frente al volante, es muy común que adopte actitudes que no van acorde a su personalidad, como arranques de ira y agresividad o, por el contrario, sensación de incapacidad y una creencia de imposibilidad ante el reto que para él represente la acción de conducir. Como forma de protección, lo más común es que decida tomar medidas para no tener que volver a conducir.

Causas de la amaxofobia

Tal como ocurre con cualquier fobia específica, no es fácil precisar una causa por las que una persona sufra de amaxofobia ya que estás podrían ser muy diversas. El solo hecho de conducir ya involucra demasiados factores tanto personales como externos, relacionados a la gran cantidad de elementos que un conductor debe tener en cuenta al momento de circular por las calles en un automóvil, como estar pendientes del control del vehículo con ambas manos y pies, las señales de tránsito, la velocidad que llevan ellos y los otros vehículos y la presencia de personas, objetos fijos y hasta animales en el camino; en fin, todo esto se conjuga para complementar la difícil tarea de conducir en cualquiera de las siguientes tres circunstancias:

Poca experiencia al volante

Antes que nada es importante aclarar que no es igual el miedo a conducir entre quienes aún no gozan de suficiente experiencia al volante, porque se encuentran en fase de aprendizaje (jóvenes o personas mayores que nunca han manejado, ya sea porque no se han atrevido o simplemente porque nunca tuvieron la oportunidad), y aquellos que sencillamente no han logrado desarrollar la pericia suficiente, o que quizá la hayan perdido, para llevar el control de un vehículo, a pesar de llevar tiempo intentándolo.

El primero de los casos es muy común y no podría llamarse amaxofobia como tal, sino hasta que después de mucho tiempo se comprueba que el aprendiz realmente no es capaz de controlar los nervios que se producen por el propio acto de conducir, por lo cual se ve inmerso en una serie de pensamientos negativos y de desconfianza en sí mismo, que no le permiten atreverse a conducir un vehículo, por lo que seguramente él mismo termina por decidir dejar de intentarlo.

El segundo caso corresponde a conductores experimentados que, por el pasar de los años, problemas de salud o simplemente falta de práctica, van perdiendo la habilidad que tuvieron en el pasado y desarrollan la amaxofobia, debido a que ya no se consideran capaces de conducir como lo hacían antes, sintiendo un inevitable temor a causar un accidente algún día.

Ataques de ansiedad al conducir

El solo hecho de conducir ya representa una labor que genera cierto grado de estrés, pero cuando este estado se combina con otras circunstancias adicionales que estén afectando a la persona en determinado momento, como un malestar físico o situaciones negativas en algún aspecto de su vida, hogar, familia o trabajo, entre otros, entonces el nivel de estrés aumenta llegando a producir ataques de ansiedad.

Por si esto fuera poco, los factores alrededor del acto de conducir, como por ejemplo, hacerlo en medio de una condición climática adversa (lluvia, niebla, o más bien mucho calor, etc.), o en medio de un gras atasco, con demasiados conductores igualmente estresados alrededor, tocando la bocina sin parar porque todos quieren llegar a su destino lo más pronto posible, todo esto también contribuye a aumentar aún más la ansiedad ya manifiesta, corriendo el riesgo de que ocurran ataques de ira y pánico, último nivel de estrés al que nadie desea llegar.

Lo más común es que, tras el primer episodio de ansiedad, los conductores sientan el temor de que vuelva a suceder, por lo que comienzan a cambiar su predisposición a tomar el volante nuevamente y modifican sus actitudes de comportamiento, reduciendo la frecuencia con la que conducen o evaluando las diferentes alternativas viales con las que cuentan para dirigirse de un lugar a otro, con tal de no volver a pasar por el mismo lugar donde sintieron el malestar; esta situación va creando síntomas de angustia y paranoias que terminan afectando inevitablemente la vida diaria de la persona y su normal desenvolvimiento en la sociedad.

Experiencias traumáticas pasadas

Muchos especialistas aseguran que el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) es la principal causa de la amaxofobia, por tratarse de un trastorno desarrollado a causa de experiencias trágicas en el pasado, especialmente accidentes en las que muy probablemente él era el conductor o iba en el vehículo involucrado en el siniestro vial; podría darse el caso incluso de aquellos que desarrollan el TEPT al ser testigos de un accidente, en el que no resultaron afectados físicamente, pero sí psicológicamente.

Los pacientes que desarrollaron el miedo a conducir por esta causa no son capaces de abandonar la idea de que cada oportunidad en la que deban tomar el volante, correrá el enorme riesgo de repetir la experiencia, por lo que simplemente toman la decisión no abordar un vehículo más nunca, o al menos no cuando sea inevitable de alguna forma.

Sin embargo, hay quienes sí son capaces de volver a conducir, pero no dejan de hacerlo con un sentimiento de extrema precaución, sin alejarse demasiado de su hogar, a través de caminos muy bien conocidos en los que el tráfico sea menor y puedan circular a baja velocidad.

¿Quiénes tienen miedo a conducir?

Todo el mundo tiene al menos un pequeño grado de ansiedad al conducir, precisamente debido al estrés natural que esto demanda, por lo cual no debería sorprender que en realidad exista un alto porcentaje de personas que padecen de distintos niveles de amaxofobia.

En promedio, un 33 % de la población mundial sufre de fobia a conducir en algún grado, aunque de la totalidad de los casos apenas entre el 6 % y el 12 % alcanza niveles paralizantes, es decir, grados extremos de miedo a conducir que involucren la completa indisposición de tomar el volante.

Además, del total de personas con amaxofobia, la inmensa mayoría, entre un 80 % y 87 %, son mujeres, esto debido a la propensión natural que estas tienen a sufrir de inestabilidad y susceptibilidad emocional, estrés, ansiedad, depresión, y baja autoestima, además de los altos niveles de responsabilidad característicos en ellas.

También la edad juega un factor importante. Generalmente, los jóvenes no suelen sufrir de amaxofobia sino que manifiestan un miedo completamente racional cuando están aprendiendo a manejar, pero este temor se incrementa si no son capaces de aprender a corto plazo. Al pasar los 30 años de edad, sobre todo después de los 34 años en las mujeres y los 37 años en los hombres, los niveles de ansiedad mientras conducen comienzan a ser más altos con el tiempo, pudiendo ser esto causado por alguna patología que vaya disminuyendo sus capacidades físicas, como las visuales, o el mismo sentido de precaución que se manifiesta en todos los seres humanos a medida que se hacen mayores. Lo cierto es que, tras pasar los 40 años de edad, en ambos casos ya se hace demasiado evidente que las personas son más precavidas cuando se colocan en el asiento del conductor.

Los afectados por la amaxofobia podrían clasificarse en tres categorías, que podrían fácilmente asociarse a las tres circunstancias mencionadas por las cuales suele manifestarse esta fobia:

Conductores noveles

Más que el miedo a aprender a manejar, a esta categoría corresponden aquellos jóvenes, o personas de mayor edad, que finalmente aprendieron a conducir, adquirieron su licencia, pero luego se enfrentaron al reto de manejar un automóvil ellos solos, sin ningún tipo de asistencia, lo cual aumenta considerablemente los niveles de ansiedad por verse obligados a enfrentar el tráfico real, sin la posibilidad de cometer un error y nadie a su lado quien les asista.

De este grupo de personas que decide abandonar su camino en el manejo de vehículos, apenas un 3 %, más adelante se enfrentan a sentimientos de frustración y baja autoestima que terminan afectando su estabilidad emocional.

Conductores expertos

Son aquellos que tienen tiempo de haber aprendido a conducir, llevan varios años haciéndolo, y de un momento a otro comienzan a padecer episodios de ansiedad sin explicación alguna, seguramente por el factor edad. Estos casos suelen manifestarse cuando manejan a través de vías con una gran cantidad de tráfico, o donde los límites de velocidad le obligan a conducir rápidamente, lo cual les lleva a sentirse bastante nerviosos.

Conductores con alguna experiencia traumática

Aproximadamente un 30 % de los conductores con amaxofobia padecen este trastorno debido a alguna experiencia traumática en el pasado, de los cuales entre el 6 % y el 12 % se consideran dentro de los casos extremos, en los que el miedo llega a ser paralizante y no son capaces de conducir de ninguna manera.

Factores de predisposición

Además de las causas propias del desarrollo de la amaxofobia, existen ciertos factores psicológicos que previamente pueden colocar a las personas en una situación de riesgo frente a, no solo desarrollar el miedo a conducir, sino también muchos otros trastornos.

Las personas con un pensamiento rígido y radical respecto a cómo deben comportarse todos los que interactúan en su entorno, o con altas expectativas de que el mundo real cumple con los estándares de comportamiento adecuado y respeto a las reglas del tránsito, suelen enfrentarse día a día a una situación en la que la realidad choca con todo lo que conciben en su mente, y esto facilita la propensión a sufrir ataques de nervios, ansiedad y estrés propios de la amaxofobia.

Por otra parte, factores externos como el desconocimiento de ciertos caminos o carreteras, o la poca capacidad que tienen para sentirse seguros al conducir por la autopista, donde todos a su alrededor lo hacen a alta velocidad, inciden negativamente en la disposición que los conductores puedan tener para conservar la calma. También suele elevar los niveles de ansiedad cuando la persona se ve obligada a conducir durante la noche o en medio de condiciones climáticas adversas, como con presencia de lluvia o neblina, así como a través de carreteras estrechas o vías de doble sentido, puentes, túneles y hasta en otras ciudades a las que no se encuentra habituado.

Tratamiento de la amaxofobia

La mayoría de los casos de amaxofobia ocurren debido a la predisposición de la persona afectada a sufrir de un accidente de tránsito. Por lo general, el único pensamiento que tienen en mente se refiere al riesgo que sienten al tener que abordar un automóvil y conducir desde el lugar donde se encuentran hasta su destino, y este pensamiento se intensifica cuando deben hacerlo en solitario.

Este es el primer punto de abordaje por parte de los psicólogos, quienes deben encargarse de planificar un tratamiento cognitivo-conductual especialmente diseñado para pacientes con amaxofobia, ya que tal como el resto de las fobias específicas, esta es posible de superar con el acompañamiento adecuado, un cambio de mentalidad en positivo y la puesta en marcha de un nuevo patrón de actividades que permitan al afectado recuperar la confianza necesaria para retomar la tranquilidad en su vida.

Este tratamiento cognitivo conductual puede dividirse en cuatro etapas, que deben ser bien establecidos para cada caso que sea tratado:

1. Reconocimiento del problema adquirido

Aunque casi todos los casos presentan un mismo problema de predisposición, el temor a tener un accidente, la causa como tal no siempre es la misma. Ya sea por la poca experiencia al volante, los repentinos ataques de ansiedad cuando se está conduciendo o el recuerdo de una experiencia trágica en el pasado, es importante determinar con seguridad cuál es el motivo por el cual el paciente no se atreve a conducir.

El psicoterapeuta se encarga de poder sacar a flote esos temores que tiene el paciente en su primer encuentro, y desde ese mismo momento comienza a indagar el motivo por el cual se aferra a ese pensamiento. Por ejemplo, ¿el paciente teme golpear a otro automóvil? ¿O acaso tiene miedo de encontrarse atascado en el tráfico? Entonces, plantea interrogantes totalmente opuestas, en el plano positivo: ¿y si todo va bien en el camino? ¿Qué tal si el tráfico fluye sin contratiempos? De esta manera se ayuda al paciente a reconocer que existe otro tipo de buenos pensamientos que combaten los suyos, que son negativos.

Una vez que el paciente ha dado este primer paso, ya es consciente de que es su propia mente la que está generando esos pensamientos trágicos y, aunque no se ha garantizado un cambio de comportamiento, al menos sí se ha cumplido con la tarea de hacerle caer en cuenta de que es solamente él quien se impide a sí mismo poder tener una vida normal en torno a este problema.

2. Reaprendizaje

En esta etapa comienza a hacerse necesaria la intervención de un instructor vial que trabaje en coordinación junto al psicoterapeuta, de manera que ambos puedan orientar al paciente en todo lo relacionado a los buenos hábitos de manejo.

¿Por qué es importante esta etapa? Habitualmente, los pacientes con amaxofobia tienden a dejar de lado su conocimiento sobre las técnicas y hábitos de manejo, normas de tránsito y alternativas de reacción al momento de vivir una eventualidad al volante. Esta fase permite al amaxofóbico recuperar la confianza y la autoestima, debido a que entra en consciencia de que conducir no supone un riesgo real elevado, y comienza a considerar como algo posible el hecho de volver a las calles al mando de su propio vehículo.

3. Afrontamiento

Esta fase es vital en el proceso de recuperación, en la cual se realiza un abordaje sobre dos componentes esenciales: el fisiológico y el psicológico.

En cuanto al componente fisiológico, el psicoterapeuta tiene la tarea de ayudar al paciente a controlar los síntomas físicos que se manifiestan cuando la amaxofobia ataca. El método más frecuente y eficaz suele ser las técnicas de relajación, que permiten aliviar las tensiones asociadas al estrés que genera la idea de conducir un automóvil.

Algunas de las técnicas de relajación más aplicadas son:

Relajación muscular: Consiste en la tensión voluntaria de los músculos del cuerpo, para luego relajarlos de manera continua y progresiva. Es un ejercicio muy útil para ayudar a relajar la mente y el cuerpo en armonía.

Meditación: Sentarse cómodamente y tratar de llenar la mente de los pensamientos más positivos posibles, mientras se hacen respiraciones profundas continuas para oxigenar el organismo.

Técnica de visualización: Con esta técnica, el paciente busca imaginarse situaciones placenteras en las que pueda activar todos los sentidos de su cuerpo, de manera que sienta la gran capacidad de conectarse consigo mismo y sus pensamientos. La idea es que pueda imaginar que vive las experiencias en su mente con cada uno de los cinco sentidos, por ejemplo, sentir la suave brisa del mar en su rostro mientras observa y escucha las olas romper en la orilla.

Estas técnicas de relajación tienen el objetivo principal de ayudar al paciente a controlar su respiración en los momentos de estrés. De esta manera, será capaz sentarse en el asiento del vehículo y, con una correcta respiración, podrá relajarse y controlar los síntomas físicos como los temblores, dolores de cabeza o sudoración excesiva, disminuyendo a su vez la ansiedad producida por conducir el automóvil.

En el componente psicológico, esta etapa permite complementar la experiencia vivida en la primera etapa sobre reconocer el origen de los pensamientos negativos. Ahora el paciente debe aprender a desechar esos pensamientos y comprender que no existen razones para asegurar la posibilidad de un accidente.

El psicólogo o psicoterapeuta debe guiar al paciente a través de una serie de situaciones en las que este exponga nuevamente las razones por las cuales no se atreve a conducir, haciéndole ver que en circunstancias normales, no hay motivos para mantener esos argumentos trágicos. Con esto, el paciente cobra consciencia y comienza a sentirse convencido de que es momento de dejar a un lado el miedo y retomar una vida normal.

Se debe acotar que no es recomendable hacer desaparecer por completo el temor a un posible accidente, ya que los riesgos de que esto ocurra siempre van a existir. Lo importante es controlar el miedo excesivo a que algo malo pueda ocurrir, pero sin que esto signifique también olvidarse de la prudencia mínima necesaria al momento de retomar el hábito de conducción.

4. Exposición

En esta última fase se reactiva el tercer componente: el conductual. Como ocurre con todas las fobias, la técnica de la exposición es la más utilizada, en la que el paciente termina de enfrentarse cara a cara con la situación que le hace sentir temeroso, por lo que ya es el momento definitivo de perder el miedo a conducir.

Nuevamente se hace necesario el trabajo conjunto entre el psicoterapeuta y un instructor vial que actúe como rehabilitador. En este punto, el paciente ya ha aprendido a controlar sus síntomas físicos con las técnicas de relajación aprendidas con anterioridad, para así controlar la ansiedad al momento de subir a un automóvil.

Esta exposición directa al foco del problema, que es el temor a sufrir un accidente, poco a poco permitirá al paciente comprobar que, con unos hábitos de conducción bien aplicados y un buen manejo de la ansiedad en situaciones de estrés, sí es posible tomar el volante con firmeza y transitar por cualquier vía de comunicación sin que exista un temor paralizante que le impida seguir adelante. Además, con la práctica, irá desarrollando progresivamente nuevas habilidades psicomotoras y aumentando el autocontrol emocional y la confianza en sí mismo, lo cual se traduce en una inevitable recuperación de un estilo de vida normal y en positivo.

Seguridad al volante

El miedo a conducir no debe ser visto como algo realmente extraordinario y fuera de lo común. En algún grado, todos los conductores experimentan cierto nivel de ansiedad cada vez que deben conducir su vehículo de un lugar a otro, incluso hasta los más experimentados pilotos de carreras.

La clave para mantener una mente tranquila es preservar la confianza en uno mismo y evitar que los pensamientos negativos invadan nuestra tranquilidad. Ciertamente a veces no es una tarea sencilla, pero con esfuerzo, perseverancia y sobre todo mucha fuerza de voluntad por lograr los objetivos trazados, la integración favorable y satisfactoria con el volante y el tráfico será cuestión de tiempo, lo cual se traducirá en un estilo de vida sano y óptimo.

 

Psicólogos de méxico expertos en amaxofobia



Autor: © PSIGUIDE